La temperatura: un poco de historia

La medición de la temperatura forma parte del desarrollo científico de la humanidad casi desde sus orígenes. La civilización griega (Heron de Alejandría) ya dio muestras de su preocupación por el tema, posteriormente Filo de Bizancio hacia finales del siglo II realizó un manuscrito en el que se describen algunos experimentos. Más tarde, en 1638 Fludd realizó el termómetro de Filo, que estaba formado por una esfera hueca unida a un fino tubo, que estaban rellenos con un fluido acuoso coloreado. Colocando la esfera al sol, el aire contenido en su interior se calienta y expulsa parte del líquido contenido en el tubo. A continuación la esfera es llevada a la sombra y la contracción del aire provoca la entrada de agua en el tufigura 1-1bo. Como se puede ver en la figura 1.1, se trata de un termómetro de gas muy elemental.

Se suele atribuir a Galileo la paternidad del termómetro hacia 1613. Se trataba de dispositivos no sellados, lo que hacía que la cantidad de aire atrapada dentro del termómetro fuese variable dando lugar a resultados poco fiables con baja calidad. Los primitivos instrumentos carecían de escala graduada y se denominan termoscopios. Las anotaciones se realizaban colocando un lazo de color en la zona del nivel de agua. La necesidad de comprobar la temperatura humana hizo que los físicos (médicos) adoptaran estos dispositivos, a los cuales les fué añadida posteriormente una escala graduada para facilitar su uso, naciendo así el termómetro. Normalmente se reconoce a Galeno como introductor de una escala de calor para el cuerpo humano; formada por ocho puntos, cuatro a cada lado de un punto central o neutro. Esta escala era frecuentemente incorporada en los termómetros del Renacimiento. Es probable que el primer punto fijo empleado para la graduación de los termómetros fuése la temperatura corporal.

Los construcfigura 1-2tores de termómetros eran especialistas con elevados conocimientos técnicos versados en astronomía y navegación. A pesar de ello, y debido al limitado estado de la tecnología, estos instrumentos proporcionaban mediciones muy poco reproductibles, existiendo grandes diferencias entre instrumentos, según su fabricante o la fecha de construcción.

Los termómetros de aire abiertos, eran influidos fuertemente por las variaciones de la presión atmosférica. Ello dio lugar a que algún tiempo después en 1654, Fernando II Gran Duque de Toscana propusiera mejorarlos por medio de una ejecución sellada y sustituir el aire por un líquido (alcohol etílico coloreado) como elemento dilatador. Claro que cualquier líquido dilata mucho menos que el aire, de modo que, para obtener una conveniente sensibilidad  hubo de reducirse el diámetro interior del tubo de vidrio.Con el paso del tiempo, los termómetros florentinos, así llamados por ser originarios de dicha República sus constructores, gozaron de un bien merecido prestigio por su calidad. Construidos con alcohol vinícola y vidrio, en diversas escalas (50, 100 y 300 divisiones), eran exportados a toda Europa.  Figura 1.3.

figura 1-3

En 1664, Robert Hook secretario de la Royal Society, usó alcohol tintado de rojo. Su escala, para la cual todos los grados presentaban igual incremento de volumen equivalente a 1/500 parte del volumen del líquido del termómetro, necesitó solo un punto fijo. Para ello seleccionó el punto de congelación del agua, con el fin de fijar un criterio para obtener termómetros de diferentes tamaños con resultados iguales. El termómetro de Hook fué el estándar del Gresham College y fue usado por la Royal Society hasta 1709. (El primer registro meteorológico inteligible usó esta escala).

En 1702, el astrónomo Ole Roemer de Copenhague basó su escala en dos puntos fijos: nieve (o hielo triturado) y el punto de ebullición del agua, y registró la temperatura diaria en Copenhague desde 1708 a 1709 con su termómetro.

Figura 1-4

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